Frase de la semana

"Para que nada nos separe, que no nos una nada."

Pablo Neruda.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Stop Motion: Reubicaciones.


-White Castle (1x03). American Pickers.


Mick- Oh Dios mío, mira eso, el tío tiene un White Castle en su patio.

Frank- ¡Ah, mira eso! Es increíble.

Mick- Salido de la nada vimos un White Castle ¡Un White Castle!.

Frank- Fuera, en su granja, en mitad de ninguna parte.

[…]

Mick- Era el edificio de una hamburguesería. Toparte con eso en mitad de la granja de alguien. Yo estoy como: “¿Estoy viendo cosas?”.

Frank- Podemos ver un montón de edificios, una pequeña herrería…o sea, obviamente aquí estaba pasando algo ¿Sabes?

Mick- Era más como un museo.

Frank- Algo así sí, como un museo pero… nosotros encontramos y vemos muchas cosas en sitios así.

[…]

Mick- ¿Qué hace uno para adquirir un edificio White Castle? ¿Cómo consigues cosas así?

Propietario- White Castle comenzó a hacer ofertas de venta en el periódico, así que llamé a White Castle y ellos lo trasladaron el domingo de madrugada, a las cuatro en punto de la madrugada, y dejaron esta cosa aquí.

Mick- La White Castle tiene que estar para mí en lo más alto del top de cosas insólitas que alguien tiene en su patio.

[…]

Propietario- El resto de edificios los trasladamos nosotros mismos. Trasladamos la herrería primero y la iglesia, también la tienda.

Mick- Este tío tenía una herrería, tenía una estación de tren, tenía una iglesia, tenía una gasolinera y una tienda […]Él solía comprar allí en los 40’ era como un recuerdo de su infancia y ahora le pertenecía.





Ahora he iniciado un nuevo proyecto que al final hará que todo esto parezca un juego de niños. –El hombre calló un momento, acercó una cerilla al cigarro apagado y luego dio varias caladas hasta que su cara estuvo envuelta en humo–. El año pasado Willie y yo hicimos un viaje a Inglaterra e Irlanda. No hemos viajado mucho, lamento decirlo, y esa breve visión de la vida en el extranjero nos proporcionó un enorme placer. Lo mejor fue descubrir cuántas cosas antiguas hay en esa parte del mundo. Nosotros los norteamericanos estamos siempre demoliendo lo que construimos, destruyendo el pasado para empezar de nuevo, precipitándonos de cabeza hacia el futuro. Pero nuestros primos del otro lado del charco le tienen más cariño a su historia, les consuela saber que pertenecen a una tradición, a antiquísimos hábitos y costumbres. No les aburriré extendiéndome sobre mi amor al pasado. No tienen más que mirar a su alrededor para saber cuánto significa para mí. Mientras estaba allí con Willie, visitando los lugares y los monumentos antiguos, se me ocurrió que tenía la oportunidad de hacer algo en grande. Estábamos en el oeste de Irlanda y un día, cuando íbamos en coche por la campiña, vimos un castillo del siglo XV. No era más que un montón de piedras, en realidad, que se alzaba abandonado en un pequeño valle, con un aspecto tan triste y desamparado que mi corazón se prendó de él. Para abreviar una larga historia, decidí comprarlo y traérmelo a Estados Unidos. Eso llevó algún tiempo, naturalmente. El dueño era un vejete de nombre Muldoon, Lord Patrick Muldoon, y, como es natural, se resistía a vender. Fue necesaria cierta persuasión por mi parte, pero el dinero manda, como se suele decir, y al final conseguí lo que quería. Las piedras del castillo fueron cargadas en camiones y transportadas hasta un barco en Cork. Luego cruzaron el océano, las cargaron otra vez en camiones y nos las trajeron a nuestra finquita en los bosques de Pennsylvania. Fantástico, ¿no? La operación costó un buen puñado de billetes, se lo aseguro, pero ¿qué se podía esperar? Había más de diez mil piedras y ya pueden imaginarse lo que pesaba esa clase de carga. Pero ¿por qué preocuparse cuando el dinero no es un obstáculo? El castillo llegó hace menos de un mes, y mientras estamos aquí hablando, está en esta finca, en un prado en el extremo norte de nuestras tierras. Imagínense, caballeros. Un castillo irlandés del siglo XV derruido por Oliver Cromwell. Una ruina histórica del mayor interés, y es propiedad de Willie y mía.

–No estarán pensando en reconstruirlo, ¿verdad? –preguntó Nashe.
Por alguna razón, la idea le parecía grotesca. En lugar de imaginarse el castillo, veía la encorvada figura del viejo Lord Muldoon, rindiéndose con fatiga al trabuco de la fortuna de Flower.

–Willie y yo lo pensamos –contestó Flower–, pero finalmente desechamos la idea por ser poco práctica. Faltan demasiadas piezas.

–Una mezcolanza –dijo Stone–. Para reconstruirlo tendríamos que mezclar nuevos materiales con los viejos. Y eso seria un contrasentido.

–Así que tienen diez mil piedras puestas en un prado –dijo Nashe– y no saben qué hacer con ellas.

–Ya no es así –respondió Flower–. Sabemos exactamente lo que vamos a hacer con ellas. ¿Verdad, Willie?

–Desde luego –afirmó Stone, sonriendo repentinamente con alegría–. Vamos a construir un muro.

–Un monumento, para ser más precisos –dijo Flower–. Un monumento en forma de muro.

–Qué fascinante –comentó Pozzi, su voz rezumando untuoso desprecio–. Me muero de ganas de verlo.

-La Música del Azar. Paul Auster. 1990.






-Presa de Asuán.



Una de las grandes aventuras arqueológicas del S.XX que supuso un modelo de intervención que se repetiría en ocasiones posteriores. Todo comienza con una decisión del gobierno egipcio presidido por el presidente Nasser  en el año 56 que consiste en construir la gran presa de Asuán, una de las más asombrosas obras de ingeniería de la última centuria.


Dicha presa contiene un enorme lago con una extensión de unos 500 km. de longitud y con una media de anchura que oscila entre los 15 y 30 km. A la hora de plantear el proyecto el gobierno egipcio se impone como prioridad salvar los yacimientos arqueológicos que se perderían irremediablemente por la acción de las aguas del Nilo. Pero el gobierno egipcio no tenía dinero suficiente para llevar a cabo tal proyecto. La Unesco pidió colaboración a la hora de salvar los monumentos y posibles restos arqueológicos que de otra forma acabarían sepultados por las crecidas y desbordamientos del ya mencionado río.

La operación tuvo que venir acompañada de una serie de recompensas ya que el gobierno egipcio no era tan inocente como para pensar que el resto de países colaborarían por amor al arte (nunca mejor dicho), prometió entonces otorgar una parte (hasta el 50%) de los hallazgos que se descubrieran en esta intervención a los países que apoyaran la iniciativa.

Con las nuevas tecnologías desmontaron pieza a pieza algunos templos, auténticos colosos escultóricos, utilizando enormes grúas y gigantescas abrazaderas metálicas que fueron transportando fragmento a fragmento  estas construcciones hasta un lugar cercano (En un ámbito geográfico lo más cercano posible). El traslado más popular  (incluso La BBC se personó allí) fue el de los templos rupestres de El gran y El pequeño Speos de Abu Simbel. Consagrados por el gran faraón Ranmsés II.

El rescate de los templos que se encontraban en la isla de Filé sucedió prácticamente a la par que esta última intervención. Sus construcciones también estaban a pique de ser tragadas por las aguas que la rodeaban. Los templetes ya no permitían ni tan siquiera la visita turística. Se realiza entonces una operación similar donde, pieza a pieza, se van desmontando los elementos arquitectónicos y se reconstruyen, paso a paso, en un islote cercano (no en un promontorio artificial), la isla ya existía pero alcanzaba cotas mayores de elevación.

Allí se encuentran el Templo de Isis y el Templete de Trajano. Aunque ya no descansan en la isla original este nuevo enclave sigue conociéndose hoy día como "Isla de Filé". Los edificios se pudieron reconstruir con la misma disposición y distancia que en la isla original.


-Isla de Filé. Esquema de disposición de los edificios.

Juanjo Aguilar.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Mi Cuaderno Negro: Le Petit Prince.



Esa manera que tienen los versos
de quedarse en la memoria
como un sedimento involuntario.
residuo silencioso que
se asienta y acomoda para siempre
(un buen día le da por escurrirse
surcando la saliva mientras hablan 
y en una conversación de nada
te ves recitando un poema
que te deja un olor a guardado en la garganta)

Y qué si ese puñado de cosas que leímos
se convierte en puntal de nuestras vida
o en la espina dorsal que nos aguanta.

Juanjo Aguilar.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Cesura: Enfermar de Literatura.

De verdad,
lo digo en serio:
cuando escribo algo
sin ninguna falta
lo rompo.

“¿A qué ese arrebato?
Menudo diantre de persona
estás hecho.”

                -dicen.

A que si escribo bien
no escribo con el corazón
y si mis manos teclean
todas
las tildes,
no las teclean de corazón,
lo hacen de cabeza.

Si me fijo en qué
rima con qué
no lo rimo de corazón
lo hago de cabeza.

Vaya asco de literatura entonces,
vaya asco, como decía Fogwill,
enfermar de literatura.

No te miento si te digo
que prefiero 
puntuar mal
a escribir
de pura matemática

                (Excepto cuando hago
                Matemática)

Preferiría rimar “alma”
con “alma”
antes que hacerlo con “calma”
o “ensalma”,
quizá con “palma” o con “pelma”

Tengo el cuaderno
hecho unos zorros

Y no es un caos ordenado
como muchos afirman,

lo mío es un caos
Caos.

Y me importa un pomelo
que no lo entiendan 
los otros,
yo escribo solo
y solo para mí.

                (A veces ni yo
                entiendo
                lo que pongo).

Mi letra es una abominación,
mis rimas no valen nada,
pero no busco la paga,
ni busco mi culminación
literaria.

Me salva
esta nueva era libertaria
de anarquía poética.

Tengo la mente
hecha unos zorros,
ya no hay dentro
donde sentarse.

Y siempre hay una lata
de algo
cerca mío.

                (Sin anilla,
                siempre las quito)

De verdad,
lo digo en serio:
nunca pienso
lo que escribo.

Si lo que leo me gusta
lo dejo,
si no, lo tiro.

Este lo dejo,
aunque no sea
de mis favoritos.

Juanjo Aguilar.

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Enfermar de Literatura. by Juanjo Aguilar is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Mi Neurona Paranoide: Esperanza de Triana.

El primero
fuimos tres,
el segundo, cuatro,
el tercero
fuisteis tres
y yo un extraño;
seremos cinco
si todo va bien
este cuarto año.

Juanjo Aguilar.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Stop Motion: Es Feria.


Extraño la época
En que ir a la feria
Era algo.

Entonces
Eran otros tiempos,
Encendían las luces
Entre las aceras de las calles,
Entre las casetas
Encontrabas monos
Embutidos en trajes de flamenca.

Entonces
Era más inocente.
Enumeraba las veces que
Encontraba por el suelo
Helados derretidos,
En el cielo globos de
Helio se perdían
Entre las nubes,
Entre las nubes rosas dulces.

El alcohol hoy
Es otra cosa, sin
Él ahora es aburrida.

Enumero los cacharros,
Este año hay dos distintos.

                (El hotel y otro que gira)

Este año sí habrá fuegos de artificio.

Ebrio me demudo en un ser distinto.
Eludo las miradas de las otras,
Empiezo a admirar las siluetas
Estudio gramo a gramo sus cuerpos:
Está claro que la feria tiene algo
Erótico.

Éxtasis de música mediocre
En cualquier parte.

Enfundan las escopetas los feriantes.
Ébano en los puestos de los moros
Encarnan figuras de mujeres con sus hijos.
Estiaje de alcohol
Entre macetas de rebujito y de mojitos,
Ego,
Ecos y ecos desde otros barrios,
Edénicas casetas donde
Efigies de rubias y morenas
Efervescentes
Efectúan, previo baile,
Eclécticos movimientos de cadera.


Economía de medios.
Extraviadas muchachas se
Enamoran o dicen hacerlo.

Edito mis eficaces pasos
Efímeros,
Egoístas,
Ególatras y
Equinos.

Eclipsan sus ojos mi
Eidetismo y
Eclosionamos
Ectoplásmicos,
Edulcorados sus azules,
Ejecutados mis verdes.

Eclesiastizasteis la feria
E inhibisteis la noche.

En fin.
Eso.

Juanjo Aguilar.

martes, 17 de septiembre de 2013

Mi Cuaderno Negro: Si fuera algo.



Si fuera algo,
alguna otra cosa,
sería una colilla
a medio terminar;
Soy tan parecido...

Me fumaste con prisa
dando caladas
rápidas, concisas,
y me iba consumiendo.

Me encendía con tus besos
cuando no me iba en humo
poco a poco con el viento.

Mi nicotina no fue suficiente,
me dejaste de fumar sin parches
y, al arrojarme, me dejé
apagar por tu pisada
sin más aliciente
que sentirte
de nuevo.

Aunque quizá
no sea tan parecido,
después de todo,
desde luego
hay semejanzas

Pero no fui tan nocivo,
seguro: Tus pulmones
no parecen resentirse,
probablemente no dejé
amarillos tus dientes
ni dejé dentro o fuera tuyo
cualquier otra marca.

No, esa colilla y yo
no nos parecemos en nada.

Juanjo Aguilar.

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Si fuera algo. by Juanjo Aguilar is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Cesura: Lo mío.

Lo mío es morirme solo,
Vivirme solo.
Lo mío es esperar que todo
Acabe.
Lo mío es volverme loco
Y que los demás se vuelvan locos.
Lo mío es ser mediocre
Como pocos,
El mejor de los mediocres
                        
                          (Ni para ser mediocre sirvo)

Lo mío es comer pipas viendo series
Y películas
Y leer libros
Y películas
Y escuchar música
Y películas
E imaginar mi vida como una película aburrida.

Lo mío es acabar en la indigencia,
Acabar con mi guitarra medio rota
Yendo de aquí para allá sin nada que me ampare.

                         -Me ampararán los bancos
                         De los parques,
                         Y quizá los soportales
                         De los bancos-.

Lo mío es amar a más mujeres de las que quiero
Y que ellas me obvien como quien ve pasar un coche.

Lo mío es escribir para nadie,
Escribir para mí,
Leer para mí,
Tocar para mí,
Cantar para mí
Y bailar conmigo.

Lo mío no es de recibo.
Lo mío es la tarifa más barata
De móvil.
Lo mío es ir al cine solo.
Lo mío es no sacarme el carnet
Del coche.
Lo mío es no dar fe de nada,
Lo mío no son las treguas
Y soy de carnes no de ensaladas.

                          (Hubo una época
                         En que apenas comí carne;
                         Tenía una amante
                         Vegetariana.)

Lo mío es plantar una flor
Y verla crecer con el tiempo,
Con el tiempo ver también
cómo se pudre.
Son los barcos de papel,
Y los ceniceros vacíos
Por si hay visita.

Son las citas en twitter
De libros
De películas,
De series
De películas
Y de canciones
Y de películas.

Lo mío es quejarme
por lo que hay
Y conformarme
Con lo que venga.

Lo mío es estar sentado frente una pantalla de ordenador (Un Asus)
Y escribir una serie de líneas sobre lo que soy y no, doy mis pasos
Inseguro, esperando que en algún momento algo se tuerza.

                          (Sus
                          Razones tuvo para dejarme).

Lo mío es incordiar, siempre
Lo hice.

Soy de pensar epitafios con 21 años.
No me importan las esquelas.
No me importan los partos

                          (1.Ir al centro de salud a por la baja de maternidad.
                          2. Ir al registro civil a dar de alta al niño.
                          3. Dar de alta al niño en la seguridad social.
                          4. Volver al centro de salud, pedir la tarjeta
                          Y que le asignen un pediatra.)

Ni los empadronamientos.
Lo mío es el misterio
De la sociedad comunal:
Nadie quiere estar solo
Pero nos rechazamos los unos
A los otros
Sin piedad.

Lo mío es callar
Cuando hay que callar.
Hablar
Cuando hay que callar
Y amar, amar siempre.

Lo mío es seguir viviéndome solo
Y acabar muriendo
De alguna forma espectacular

                          (Ojalá)

Como murió Hemingway quizá,
Con una bala en la sien,
O con la cabeza cortada como Luis XVI,
Empalado siendo la víctima
De un nuevo y mejorado Vlad Tepes.
O postrado en la cama
Simplemente
Soñando algo interesante
Como ayer 
Y antes de ayer
Y la semana pasada
Y la anterior.

                          (Ella y yo hablamos de esto,
                         Ella dijo que le gustaría morir
                         Haciendo el amor,
                         Yo respondí
                         Que también.
                         Éramos tal para cual).

Lo mío es dejarme vivir,
Dejar vivir a los demás
Y afrontar el camino
Cargado de equipaje,
Y dejarme morir
Y dejar morir a los demás.

Juanjo Aguilar.

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domingo, 8 de septiembre de 2013

Stop Motion: Examen, tomad notas de las preguntas.

Fragmento de la película "Amanece que no es poco" donde el genial y ya fallecido Paco Hernández nos demuestra sus dotes recitando poesía.

Sin más: examen, tomad notas de las preguntas:


-Examen. Amanece que no es poco. Paco Hernández.


Examen, tomad notas de las preguntas:

Las ingles,
su importancia geográfica.
¿Son verdad las ingles?
Historia de las ingles.
Las ingles en la antigüedad.
Las ingles de los americanos.
¿Cómo hay que tocar las ingles?

El ruido de las ingles.
Las ingles más famosas.
Las ingles y la literatura.
Un kilo de ingles.
Las ingles de los niños.
Las ingles y la cabeza

                        (Relación si la hubiera).

Las ingles en Andalucía, y el clavel.
Teoría general del estado y las ingles.
Las ingles negras.
¿Hay una ingle, o hay muchas ingles?
Las ingles de los actores.
¡La ingle y Dios!

No ha nacido todavía la ingle que me domine.
Las ingles descabaladas

                         (Su por qué).

Las ingles putas.
Dibujo a mano de las ingles.
¿Es carne la ingle?
El jaque a la ingle.
¿Satisface hoy en día una ingle?

                         (¿Qué ingle?)

Contestad a las preguntas.


Juanjo Aguilar.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Mi Cuaderno Negro: Los que viven lo recordarán.



-Juegos reunidos. Geyper.



¡Qué bonito es vivir en un país distinto
con cosas distintas en sitios distintos!
¡Qué bonito es vivir en un país distinto,
con rincones distintos
y bosques distintos!
Horizontes distintos.
¡Qué bonito es vivir en un país distinto
con lenguas distintas en rincones distintos!
¡Qué bonito es vivir en un país distinto
donde somos los Juegos reunidos Geyper!

Con el tiempo, queridos amigos,
uno se va dando cuenta
de que nos engañaron.
Nos engañaron.
A mí me engañaron en octavo
con el libro de Nuestro mundo.
En la portada un muñeco cabezón,
la bola del mundo al lado
y una goma Milán.
Los que viven lo recordarán.

-Personas humanas. 1994. Ángel Garó.
(Minuto 05:10).


Juanjo Aguilar.

martes, 3 de septiembre de 2013

Cesura: Ampliación del campo de batalla.

Mi espalda se resiente,
mis hombros, cansados, crujen.
El ventilador sigue incansable una y otra vez moviendo su cabeza como negando,
de derecha a izquierda, lleva ya haciendo eso mismo sin ninguna queja siete años.

Yo, sin embargo,
me sigo quejando.

Un día te despiertas y todo se te antoja monotonía:
primero está el ventilador que no para de negarte,
las mismas proyecciones de luz en la misma pared
producidas por la misma persiana día tras día.

Otra vez plantas el pie derecho

                         (Al menos en mi caso)

en el suelo, me crujo aquellos hombros cansados.
Enciendo el ordenador.
Reviso Gmail.
Reviso Facebook.
Prendo el móvil.
Reviso Twitter.
Reviso WhatsApp.

¿Cuánto durarán estos productos caducos como cualquier cosa?
¿Cuánto tardaremos en despertarnos y cambiar esta monotonía por otra?

Después me ducho. Pero antes enciendo el termo.
A veces canto dentro,
a veces no,
pero siempre dentro de la ducha me pongo a pensar

                          (Otra monotonía más)

y siempre utilizo el champú antes que el gel.

                         -A veces, se me va la cabeza
                         y, en lugar de lavar mi pelo, primero
                         lavo mi cuerpo y se me olvida
                         usar el champú por completo-.

Te han pasado cosas horribles en esta vida
o al menos a ti se te antojan horribles
cuando no son más que tonterías.

Una tras otra las personas te sonríen
y a la mañana siguiente
se pierden por siempre.

                          (Las personas no son
                         como el ventilador
                         que nunca falla
                         hasta que se rompe).

Ya no llevas la cuenta de cuantos libros has leído
ni de cuantas películas has visto,
tampoco de cuantas mujeres has conocido.
Pronto apenas y a penas te interesa la música
tampoco más de lo prescindible.

                          (Aún cuando no puedes evitarla)

Tienes más preocupaciones.

                          “El campo de la norma ya no te bastaba
                          por eso tuviste que entrar en el campo de batalla.”

El campo de batalla es infranqueable.
ineludible como Internet,
como el ventilador,

                          (aquí vuelve otra vez)

como el dolor de espalda
o encontrarte con tu ex
(qué horrible suena la palabra)
cuando menos lo esperabas.
Este es nuestro campo de batalla
y todos lo frecuentamos.

No tenemos muchas armas:
la imaginación,
los días de vacaciones,
la tele y el sofá
para algunos,
para otros la maleta
y el pasaporte.

Combatimos las cláusulas
y las leyes.

                          (También en el amor
                         hay cláusulas y leyes
                         nunca escritas)

Combatimos desde que nacemos
a la propia muerte.

                          (Esa que nunca está presente
                          hasta que se la mienta)

Y volvemos a despertarnos,
otra vez, al día siguiente
con ese ventilador ineludible
y ese pie derecho antes que el otro,
dirigiéndonos al baño entre
las mismas rendijas
de persiana medio abierta,
usando el champú antes que el gel.

                          (Cuando te acuerdas).

Juanjo Aguilar.

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domingo, 1 de septiembre de 2013

Mi Neurona Paranoide: Chicle.

A mí personalmente me encantan las casualidades.

Esta mañana mientras, a paso rápido, me dirigía al gimnasio, la planta de mi pie tuvo un encontronazo fortuito con un parásito pegajoso y rosa que se hallaba tomando el sol en plena calle. Dicho parásito (que a partir de este momento pasaré a llamar sencillamente "Chicle"), se encaramó a la arquitectura laberíntica y reticular que conforma la huella de una de mis deportivas y se quedó a habitar y esparcirse, como si estuviera en su propia casa, por aquel entramado de mi calzado.

Pero no solo noté a nuestro polizonte por el tacto viscoso que supuso mi contacto con él, poco después, mientras caminaba, oía aquel sonido pringoso y chillón cada vez que plantaba el pie derecho (pues ahí decidió establecer su nuevo hogar) en la calzada. Una y otra vez aquel ruido, no podía ser otro que Chicle porque las zapatillas son relativamente viejas y estamos en agosto, por lo que aún queda mucho para que los penitentes llenen las calles de cera fundida y rechinen los zapatos de esta forma.

No paro de pensar en él mientras camino y ya llevo un buen trecho. Al poco miro el empedrado y observo la cantidad de motas negras que se disponen de forma aparentemente azarosa por la calle. Nunca me había percatado de la monstruosa cantidad de chicles que hay pegados aquí, allá y acullá. Experimente algo: establezca un recorrido que habitualmente hace, por ejemplo desde su casa al gimnasio, y recórralo por primera vez tratando de no pisar ninguno de esos lunares que le han salido al suelo. No podía dejar de mirar aquellas pecas intentando sortearlas rememorando quizá aquellos días de niño en que me proponía pisar tan solo las baldosas blancas.

Pero bien pensado no, "lunar" o "peca" no son buenos calificativos para dichas motas. Una peca aparece como por arte de magia en tu piel, es el astro rey quien las provoca, es tu cuerpo quien las genera. Sin embargo estos chicles han sido adheridos ahí por mentes pensantes, por personas que, hastiadas de mascar, han escupido ese alien flexible que se alojaba temporalmente en sus bocas. Por esta intención que se esconde tras el esputo comienzo a pensar que, en realidad, la situación de dichas motas no son tan azarosas. Ahora mis ojos ven cientos y cientos de esas motas negras por la calle, miles, un regimiento entero de chicles aplastados.

Andaba yo en ese momento por la Calle Matadero (Morón de la Frontera) cuando me vino un olor muy fuerte. Olía como a helado de nubes, como a gominolas ¡A chicle! a eso olía, a chicle. Puedo jurar que olía tremendamente a chicle, tanto que comencé a mirar en mi derredor para ver si alguien masticaba, pero por allí no pasaba nadie. Era tan real. El olor se quedó conmigo durante un buen trecho, más allá de la propia calle y mi cabeza no paraba de darle vueltas y más vueltas a la idea de chicle. Ahí estaba el tacto pegajoso cada vez que plantaba el pie derecho (ahí seguía Chicle haciendo quién sabe qué), el sonido al despegarlo, mis ojos recorrían la calzada de un lado a otro observando los millares de chicles pegados aquí, allá y acullá y ese olor, ese olor a helado de nubes, a gominolas, a chicle impregnando mis fosas nasales. Todo era chicle. Todo mi mundo hoy era chicle. Comienzo a recordar la marca Boomer. Dios cómo me apetecía mascar chicle en ese momento. Miro al suelo y de repente lo vi. Un envoltorio de chicle de otra marca. ¿Sería el envoltorio de Chicle?

Me encanta hacer deporte porque me permite dejar de pensar. Hoy sin embargo me ha sido imposible dejar de pensar mientras corría en la máquina elíptica o en el remo o donde fuera. No podía dejar de pensar en el chicle.

Con un palo desahucié a Chicle poco después de todo esto. Ahí lo he dejado en el empedrado.

Juanjo Aguilar.

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