Frase de la semana

"Para que nada nos separe, que no nos una nada."

Pablo Neruda.

miércoles, 9 de abril de 2014

Mi Neurona Paranoide: Del gusto y la estética.




Ya hacía calor fuera de la sala, dentro se asfixiaban señoritas y señoras embutidas dentro de voluptuosos vestidos y caballeros con chaquetas abotonadas de cola de pingüino. En el escenario un hombre crujía sus nudillos y recolocaba levemente su peluca mirando a los personajes que allí se encontraban hablando, bebiendo e incluso discutiendo acaloradamente.

Con un gesto forzado apartó hacia atrás la cola de su chaqueta y se sentó en aquel banquillo que dialogaba de tú a tú con un portentoso piano de cola (Dos colas en dos extremos) y comenzó a hacer bailar sus dedos.

La música parecía brotar de todos los rincones en aquella cámara diseñada precisamente para este fin con todo, los rollizos caballeros y las señoritas que los acompañaban casi a modo de estandarte , no se inmutaron al escuchar tan prodigioso espectáculo.

El 1 de Mayo de 1778 Mozart escribió a su padre acerca de un concierto de salón que dio en la residencia de la duquesa de Chabot en París: 

"Madame y sus caballeros no interrumpieron sus pasatiempos ni por un momento, de modo que tuve que tocar para sillas, mesas y paredes."

La situación en los teatros de ópera no era mejor que en los salones: los aristócratas que se sentaban en el escenario y la compañía mixta, ubicada en el pozo, conversaban, silbaban, arrojaban manzanas o reñían entre sí.

Las sillas, las mesas, los candelabros y los mismos personajes dibujados en un lienzo decorado con pomposos marcos sin embargo admiraban atentos el buen hacer de quien sería uno de los más inmortales músicos que haya pisado Europa.

Al fondo un hombre con una americana de Cortefiel observa asombrado la escena, cierra los ojos e intenta degustar por un segundo, entre el barullo, alguna de las notas que el maestro ensarta con sus dedos. En los otros dedos, los de aquel misterioso hombre, una canica japonesa se mece ejerciendo sobre toda la escena cierto control. Al poco cesa la música y comienzan los aplausos; el hombre ya no está ahí de pie pero la canica rueda.



Juanjo Aguilar.