Tomas tu taza de café
en Cafetería.
Y cada día descubres
uno o dos detalles nuevos.
El color de las servilletas,
la forma de la cuchara,
el cambio de menos...
Todos los días miras en tu derredor
y me ves,
quizás de reojo,
y vuelves a comprenderlo:
No hemos solucionado nada,
seguimos igual de extraños,
igual de quietos,
igual de ciegos.
Sujeto la puerta y pasas:
-Muchas gracias.
-No hay de qué.
-Hasta luego...
Juanjo Aguilar
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