“En los años 70, Marina Abramovic mantuvo una intensa historia de amor con Ulay. Pasaron 5 años viviendo en una furgoneta realizando toda clase de performances. En 1988, cuando su relación ya no daba para más, decidieron recorrer la Gran Muralla China, empezando cada uno de un lado, para encontrarse en el medio, abrazarse y no volver a verse nunca más. En 2010 el MoMa de Nueva York dedicó una retrospectiva a su obra. Dentro de la misma, Marina compartía un minuto en silencio con cada extraño que se sentaba frente a ella. Ulay llegó sin que ella lo supiera, y esto fue lo que pasó”
En los años 70, Marina Abramovic mantuvo una intensa historia de amor con Ulay. Pasaron 5 años viviendo en una furgoneta realizando toda clase de performances. En 1988, cuando ambos dos decidieron que su relación ya no daba para más, pactaron (de mutuo acuerdo suponemos) recorrer la Gran Muralla China, empezando cada uno de un lado, para encontrarse en el medio, abrazarse y no volver a verse nunca más. Sucedió entonces que ambos tuvieron que recorrer de vuelta el camino que los había unido en ese abrazo quizá infinito, cada uno por su extremo de la muralla solo para volver a encontrase años más tarde en el mismo punto metafísico desplazado unos 20.000 Km y volver a abrazarse también de una forma metafísica. Quién sabe cuando volverán los dos cuerpos a encontrase de nuevo. Quizá ya lo hayan hecho o lo estén haciendo en este momento.
Juanjo Aguilar.
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