-Los árboles hablan un dialecto que no entiendo demasiado bien y sin embargo ven y siente lo mismo que tú y que yo. Seguramente estén ya acostumbrados a la brisa que juega con sus verdes cabellos y quizá estén también acostumbrados a que sus raices se hundan en el suelo y beban agua de la tierra. Y no descansan más que los dias calmos cuando el sol se alza alto y el viento no corta raso las hojas que practican la fotosíntesis con sus cloroplastos.
-Sí, creo que los oigo hablar entre ellos como susurrando.
-Desde luego que susurran y cuando no, callando, dejan que los amantes se besen bajo sus propias ramas para que puedan disfrutarse aun más si cabe. Así es un árbol.
Juanjo Aguilar
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