No se por qué se empeñan en llamarlo despropósito cuando no lo es. Es simplemente una cantidad ingente de tiempo desperdiciado en idas y venidas, en granos de café molidos, en partículas de grafito en tus dedos, en campos de centeno que diviso más allá de simples colores y que tú divisas también, quizá no como centeno pero si como trigo o como campo o como oda a la madre Sol.
Juanjo Aguilar
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