Frase de la semana

"Para que nada nos separe, que no nos una nada."

Pablo Neruda.

lunes, 17 de junio de 2013

Stop Motion: (Hilos invisibles) La Doble Dicotomía Incruenta.

La Doble Dicotomía Incruenta.

(Hilos invisibles)


-Cortometraje Visionado en el MoMa (Nueva York).


Dicotomía incruenta

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

-Oliverio Girondo.






"Al señor Goliadkin le faltaba el aliento. El desconocido se detuvo justamente ante la casa en la que el señor Goliadkin tenía su vivienda. Se oyó el tintineo de la campanilla y casi simultáneamente el chirrido del cerrojo. Se abrió el postigo, el desconocido se agachó, quedó visible un momento y desapareció. Casi en el mismo instante llegó allí el señor Goliadkin y se deslizó veloz por el postigo. Sin escuchar al portero, que refunfuñaba algo, entró corriendo en el patio, casi sin poder respirar, y por un segundo alcanzó a ver a su interesante compañero al pie de la escalera que conducía al piso del señor Goliadkin.[...]

El señor Goliadkin estuvo a punto de alcanzarlo. Dos o tres veces rozó la nariz el borde del gabán del desconocido. De pronto se le cayó el alma a los pies. El misterioso personaje se detuvo frente a la puerta misma del apartamento del señor Goliadkin, llamó con los nudillos y (lo que en otra ocasión hubiera sorprendido al señor Goliadkin) Petrushka, como si hubiera estado esperando sin acostarse, abrió al punto la puerta y con una bujía en la mano alumbró la entrada del desconocido. Fuera de sí, nuestro héroe entró corriendo en su domicilio. Sin despojarse del gabán y el sombrero siguió por el corto pasillo y se detuo, como alcanzado por un rayo, en el umbral de su habitación. Todos los presentimientos del señor Goliadkin se habían cumplido. Todo lo que temía y sospechaba se había trocado en realidad. Se le cortó el aliento y sintió un mareo. El desconocido estaba sentado en su propia cama, sin quitarse el gabán y el sombrero; y con una ligera sonrisa, frunciendo levemente el entrecejo, le diría un amistoso movimiento de cabeza. El señor Goliadkin quiso gritar, pero no pudo; protestar de alguna manera, pero le fallaron las fuerzas. Se le erizó el cabello y se desplomó exánime del horror que sentía. ¿Y cómo no? El señor Goliadkin había reconocido enteramente a su amigo nocturno. Su amigo nocturno no era otro que él mismo, el propio señor Goliadkin, otro señor Goliadkin, pero absolutamente idéntico a él...En una palabra, su doble..."


-El Doble. Dostoievski (1846).


Juanjo Aguilar.

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