Frase de la semana

"Para que nada nos separe, que no nos una nada."

Pablo Neruda.

miércoles, 30 de julio de 2014

Mi Neurona Paranoide: N-230.

La historia era la siguiente. Matthew y Javier circulaban por la nacional a más de 120 escuchando una cadena local que a duras penas se oía con nitidez. Javier explicaba a Matthew que aquel sonido estático era el eco del Big Bang. ¿O eso era la tele?

Eran las cuatro de la tarde y la N-230 presentaba un paisaje monótono lleno de aliteraciones. No circulaba ningún coche más en ese momento por la vía pero a lo lejos veían un Camión azul con remolque inmovilizado frente a lo que parecía un bar de carretera o un hostal. No hizo falta convencerse mutuamente ya que los dos estaban ávidos de agua; hacía dos o tres conversaciones que se quedaron sin provisiones.

Decidieron parar a hacer un descanso.

El diseño del local era tosco pero apetecible, dos cuerpos de distinta geometría que se unían formando un relieve dispar. Las ventanas de los dos volúmenes se veían remarcadas con revestimientos de piedra de apenas 20 cm de grosor y un pórtico con tejas cerámicas parecía invitarles a entrar. En la viga de madera que sostenía dicho pórtico rezaba: Bar-Restaurante-Hostal. Fuera, en la entrada, un par de coches más parecían esperar a sus respectivos conductores.

Los dos amigos se sentaron por fin en una mesa bajo una de las tres ventanas que componían la sinfonía exterior y pidieron un solo y un manchado. Dentro, no sabían donde, sonaba la melodía de The wind cries Mary en una guitarra eléctrica que Matthew no tardó en indentificar como una Gibson SG por su "sonido sucio" decía. Toda la conversación mientras les preparaban, servían y se bebían el café giró a partir de entonces entorno a los nombres Mary y María.

Nombraron canciones, familiares, poesías, lugares y amores pasados. De todo un poco.

Cuando terminaron el café El hombre vestido con traje de chaqueta ya había entrado y estaba pidiendo en la barra. Matthew que se encontraba absorto mirando un paisaje que ahora le parecía maravilloso y heterogéneo no se percató de su presencia hasta que se sentó a su lado, Javier, sin embargo, había podido observarlo desde que entró en el Bar-Restaurante-Hostal hasta que se sentó con ellos dos sosteniendo un té rojo con hielo y el maletín que depositó sobre la mesa entre el cortado y el manchado.

Preguntó si aquel era el coche de alguno de los dos señalando el Audi RS6 Avant que había aparcado en la entrada. Javier respondió que era suyo, que lo había comprado hace poco y se ofreció a moverlo si estaba estorbando de alguna forma. El hombre con traje respondió que de ninguna de las maneras y se apresuró a abrir el maletín, darle la vuelta y mostrar el contenido a los dos amigos que comenzaron a mirar su interior estupefactos. Acto seguido El hombre con traje volvió a cerrarlo y se dispuso a mover los hielos que flotaban en su té rojo con una pajita.

Javier y Matthew se miraron intermitentemente. El hombre con traje dio un par de sorbos a su té helado "No se os ha perdido nada en Moissac. Es todo vuestro si tomáis la N-230 en dirección contraria".

Comenzaron a hacer preguntas al tipo del maletín pero este parecía hacer caso omiso a cualquier duda, pregunta o petición de los dos viajeros. Su atención solo se centraba en su té y en una pequeña canica china con la que parecía estar jugando en la mesa.

Después de un rato deliberando decidieron que aquellas vacaciones en Francia no merecían tanto la pena y cerraron el trato con El hombre con traje, tras dejarles claro que verles por allí traería sus consecuencias, dejó el maletín y la canica sobre la mesa, así como una taza ahora con tan solo dos hielos a medios derretir, y se marchó despidiéndose del camarero.

Juanjo Aguilar.


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N-230 por Juanjo Aguilar se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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