Descanso mi peso muerto
en mi roja silla con ruedas.
Mis pápados caen lentamente
tras 24 horas de insomnio
y todo se desvanece.
Se desvanece el cristal
de mis gafas sin monturas,
los recuerdos de una época tranquila,
las idas y venidas de mi locura,
los tantos por ciento de mi vida.
Se desvanecen las esperanzas
de llamadas intempestivas,
de recibimientos cálidos
o de incesantes intercambios de saliba.
O bien me estoy haciendo viejo
o me estoy volviendo senil,
Tan joven y tan ajado,
tan cascarrabias y tan pueril.
Juan José Aguilar Orellana
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